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A Coraline Ada Ehmke la asignaron hombre cuando nació y la bautizaron con nombre de hombre. En 2012, ese hombre estaba sentado en una estación de tren y al verlo no pensó en aquel entonces si ese era el tren que lo iba a llevar a su casa de vuelta o no. En cambio, pensó si debía saltar a las vías y terminar con lo que él sentía que era una vida miserable como hombre, o convertirse en lo que siempre supo que era: una mujer.

Fue así que en 2012 ella tomó la decisión más importante de su vida, convertirse en Coraline Ada, una de las primeras programadoras en comenzar la transición de sexo. Cuando finalmente tomó la decisión de empezar el proceso, se encontraba trabajando en una startup. Decidió que probablemente no era ese el mejor ambiente para iniciar su transición, así que cambió de trabajo y se fue a una gran compañía con una oficina de recursos humanos y un grupo de apoyo LGBT, “pensando que iba a estar segura”, recuerda. Trabajó junto a su jefe en un programa de transición, arregló fechas y esquemas de trabajo, y después de dos semanas de presentarse como Coraline Ada, la despidieron.

“El comienzo de la transición es un momento muy frágil para una persona transgénero”, dice, “porque tu autoestima está en su nivel más bajo. Todo es atemorizante, todo es muy intimidante, y se requiere un montón de valentía solamente para salir de tu casa. Tener entrevistas de trabajo durante este tiempo fue extremadamente difícil, emocional y psicológicamente, porque no sentía confianza con quien era en ese momento. Mi experiencia, por desgracia, no es la única. Esto le pasa a demasiados de mis hermanos y hermanas transgénero”.

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