La Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC) le da la bienvenida al Fondo de Solidaridad Digital (DSF) que se lanzó en Ginebra el 14 de marzo de 2005. El DSF se basa en el concepto de “solidaridad digital” y depende de las contribuciones voluntarias de individuos, gobiernos (en particular las autoridades municipales y locales) y el sector privado.
APC confía en que el fondo servirá para crear un mecanismo de financiación válido de TIC para el desarrollo. El rol del DSF, sumado a otros mecanismos de financiación, consiste en mantener el ímpetu por asegurar la inclusión digital de todo el mundo y profundizar en la búsqueda de diversos usos de TIC para el desarrollo y el empoderamiento, que hace tiempo figura en las agendas nacionales e internacionales.
Si bien el crecimiento del mercado ha multiplicado notoriamente el acceso a las telecomunicaciones, en particular, la telefonía móvil, esta tendencia no alcanza para construir una “sociedad de la información” que incluye a todo el mundo.
El hecho de brindarle acceso a las redes mundiales de información a las personas aisladas o sumidas en la pobreza contribuye con el bienestar público internacional, pero quienes pagan son los pobres mismos. La suma de más países y usuarios a internet incrementa el valor de la red para todo el mundo, y en particular para las industrias de TIC del Norte, que consiguen nuevos mercados para sus divisas, software y conectividad, tanto entre las personas que se conectan por primera vez, como entre las que ya tenían conexión y empiezan a vincularse con las demás.
“Las grandes industrias son “jinetes libres” que obtienen ganancias sin pagar, [así que] la aplicación de un impuesto mundial sobre los microchips, o los nombres de dominio, sería una medida justificable, que le brindaría recursos confiables a los países en desarrollo para conectar a su gente”, sostiene Roberto Bissio, director of del Instituto del Tercer Mundo (ITeM), organización miembro de APC que se dedica a la investigación y el activismo.
APC cree que se necesitan con urgencia algunos enfoques innovadores, como los que puede ofrecer el DSF, para construir capacidades y asociaciones que ayuden a los países, los diversos sectores y los individuos a vincularse entre sí y aprovechar los beneficios que brindan las redes mundiales de información y comunicación.
Esto es especialmente importante en áreas mal atendidas por los mercados, o en “zonas de desarrollo” (diferentes de las de mercado).
En las zonas en desarrollo se necesita una serie de tecnologías –incluso nuevas tecnologías inalámbricas- para ofrecer infraestructura, contenidos y servicios de TIC de acceso libre, a cargo de proveedores múltiples que no tengan que lidiar con aranceles aduaneros muy costosos, ni con la imposibilidad de ingresar a un país por la existencia de monopolios públicos o privados.
Una de las claves para crear un sistema de acceso y suministro de servicios de buena relación calidad-precio es desarrollar infraestructura regional y nacional. La integración a las economías nacionales y la mundial depende de esas redes nacionales y regionales, cuyo acceso debe ser libre y no estar sujeto a monopolios, o precios de arrendamiento demasiado altos.
También es importante que todos los ciudadanos y las ciudadanas tengan la posibilidad de usar la infraestructura de la red, al amparo de su derecho a la libertad de expresión. Sin derechos humanos, no puede haber una sociedad de la información realmente inclusiva.
El DSF –con el foco puesto en los gobiernos municipales y locales- será esencial para movilizar asociaciones y recursos, además de dirigir la atención hacia la importancia de construir un puente sobre la brecha de información que hay entre lo global y lo local.
APC ofrece su total apoyo al Fondo de Solidaridad Digital en el inicio de su tarea de incorporar a las personas marginadas a la sociedad de la información.
Por más información sobre el Fondo de Solidaridad Digital, ver: http://www.digital-solidarity.org